8.16.2008

¿Podría suceder en Costa Rica? ¡Claro!

Otro espléndido artículo de mi amigo... una excelente respuesta al artículo prejuicioso y anacrónico de Alexandra Loría...

Hugo Mora Poltronieri miaumiau1@ice.co.cr
Profesor universitario

Sí, doña Alexandra. Pero no de la manera tan poco humanitaria y cargada de prejuicio como usted misma se responde en su pasado artículo (Foro , 9/8/2008). Cito: habla de los “mal llamados 'derechos' de los homosexuales”, como si los miembros de esta minoría no fueran siquiera ciudadanos llamados a serlo de pleno derecho. ¡Qué digo! Como si fueran animales. Y conste: lo afirmo con respeto, porque estoy entre quienes aman a estos seres y profeso el principio de que son titulares también de derechos, a veces incluso más que ciertos especímenes humanos indignos de tal calidad.

Vía democrática. Se ensaña usted especialmente con el proyecto de ley en pro de la unión civil de personas del mismo sexo, pero, ¿en qué país vivimos? ¿No es esta la pacífica vía tradicional que los costarricenses siempre hemos preferido cuando se ha tratado de dar respuesta a las nuevas realidades sociales y políticas emergentes? ¿O es que usted, a pesar del título de abogada que ostenta, preferiría los caminos tortuosos y violentos a que pueden llegar las minorías desesperadas cuando se les veda el camino de la Ley?

No entraré a discutir acerca de la conveniencia o no de los otros proyectos a que usted alude en su artículo. Solamente le diré de paso, pues parece no estar enterada de lo que ocurre en otras latitudes, que tanto ellos como el otro responden a necesidades sentidas igualmente en otras sociedades que todos aquí –o casi todos, por lo visto– tenemos como más evolucionadas en lo social y político.

De pensar como usted, sobre este país nunca habría soplado ese aire de libertad que nos vino de afuera, producto del cual mujeres como usted tienen hoy pleno derecho a realizarse como los seres humanos que son, incluyendo la posibilidad de estudiar carreras como la suya y la de casarse sin imposiciones de ningún tipo, y hasta de divorciarse y volver a casarse. Gracias a esa legislación de nuestros viejos liberales, contra la que tantos individuos se manifestaron horrorizados, viendo en ello toda clase de males para la sociedad.

Generalización desacertada. Por cierto, no está bien eso de generalizar las palabras de cierto activista homosexual para signar a toda la minoría cuestionada. Sería como que quien escribe diera por un hecho que los pensamientos que usted expresa fueran representativos de todos los heterosexuales: la realidad podría ser otra, de acuerdo con el cúmulo de respuestas favorables que este movimiento ha despertado entre quienes, sin ser homosexuales, se identifican con lo que les parece un paso hacia una sociedad más humana y solidaria.

En cuanto a su pesar por la declinación de conceptos como “fidelidad, monogamia, compromiso, etc.”, la invito a dedicar a todos ellos más tiempo y esfuerzos, visto el hecho innegable de su escasa valía y actualidad en lo que se refiere a la familia y el matrimonio tradicionales.
Finalmente, el ejemplo que usted cita del educador canadiense amonestado y suspendido por crear una atmósfera hostil contra los homosexuales en su escuela, es más bien el caso del predominio de la ley sobre el prejuicio religioso que animaba a este supuesto consejero. Dicho individuo insistía en aplicar la degradante “terapia de conversión” a los homosexuales, como si se tratara de una enfermedad, ignorando el punto de vista de la comunidad científica internacional que, desde 1973, la ve como una orientación sexual más.

8.13.2008

Falacias y homofobia

Gracias Jeudy de todo corazón... gracias por responder tan clara y concisamente a la "abogada" esta, cuyos principios de derecho, evidentemente no maneja...

Jeudy Blanco Vega jeudyx@gmail.com

El artículo de la abogada Alexandra Loría titulado “¿Podría suceder en Costa Rica?”, publicado el 9 de agosto, esta lleno de falacias y afirmaciones tan indignantes en contra de los homosexuales que se hace necesario que los heterosexuales levantemos la voz en su defensa.

Miedo irracional. La abogada es una de las proponentes de que el proyecto de ley que pretende legalizar las uniones entre personas del mismo sexo sea llevado a referéndum, y su estrategia es clara: sembrar un miedo irracional entre la opinión pública para atraer más votos en contra.
Ella hace referencia a declaraciones de un activista gay extranjero que nada tiene que ver con la lucha por la igualdad de derechos que se libra en nuestro país.

También nos pinta un cuadro en el que, según ella, los homosexuales conspiran deliberadamente para destruir los conceptos de fidelidad, monogamia y compromiso, cuando la lucha es precisamente para que las muchas parejas del mismo sexo que tienen años de relación estable dentro de ese esquema puedan ver su unión respaldada con un marco legal adecuado, el cual es hoy inexistente, y la misma Sala IV y la Defensoría de los Habitantes recomiendan regular.
Se opone también a otro proyecto de ley para combatir la discriminación basada en la orientación sexual, aduciendo que, de aprobarse, se perdería el derecho a la libre expresión y que podría castigarse penalmente a quien critique el estilo de vida gay.

Una cosa es la libre expresión, que siempre garantizará el derecho a la discusión de ideas, y otra muy distinta son los insultos y la marginación injustificada que sufre este sector de la sociedad, lo cual es inaceptable. Otras supuestas consecuencias como la pérdida de la libertad de culto están completamente fuera de lugar.

La abogada cita declaraciones homofóbicas de un maestro canadiense que se apoya en el estereotipo de que los gais son inmorales, promiscuos y perversos. El siquiera insinuar que un homosexual es caracterizado por esos males, solamente por su preferencia sexual, es símbolo de ignorancia y prejuicios.

El proyecto de ley. Invito al lector a informarse de manera objetiva y leer el proyecto de ley en discusión en la Asamblea. En él solo se pretende otorgarles a las uniones entre homosexuales algunos derechos específicos como la cobertura por el seguro social a las parejas en las que uno de los miembros depende económicamente del otro, la posibilidad de herencia de bienes, así como la justa división del patrimonio en caso de separación, entre otros. ¿En qué afecta eso a la familia tradicional o a la sociedad? Absolutamente en nada.

Todos los supuestos peligros y calamidades de los que nos advierte la abogada son falsos, y sus argumentos resultan profundamente ofensivos para los ciudadanos que estamos a favor de la igualdad de derechos.

Inculcarles a nuestros niños la discriminación, la intolerancia y el irrespeto por las diferencias, sobre una base de argumentos falaces e irracionales, es el verdadero peligro para la sociedad.

8.04.2008

Injusticia

Tiene toda la razón don Carlos, los derechos no deberían ser sujetos al voto, no a la tiranía de las mayorías...

Carlos Hernandez Gonzalez khanada@gmail.com

A los magistrados del TSE: me parece una injusticia total que ustedes, como magistrados del tribunal, hayan autorizado un trámite para un referéndum para decidir por iniciativa popular la aprobación del proyecto de unión civil entre personas del mismo sexo. Aunque yo no tenga conocimientos profundos sobre jurisprudencia, les hablo desde el pensamiento y el sentir de una minoría históricamente discriminada. ¿Cómo es posible que ustedes tres admitan que una mayoría tirana decida sobre los derechos de una minoría? Me parece una injusticia total y absoluta, que va más allá de lo escrito, que no va acorde al espíritu de la ley. O es que ustedes se oponen al proyecto de ley, y por este medio quieren abrir un portillo para que grupos opositores se organicen y logren un referéndum, en el que desde todo punto de vista, la mayoría decidiría que NO, que no se permitan las uniones civiles entre personas del mismo sexo (por sus prejuicios y estereotipos)? Estamos en total desacuerdo con su decisión.Están actuando en contra de un sector de la población, que aunque no lo quieran admitir, está presente en su lugar de trabajo, en su grupo de amigos, y hasta en sus familias.